miércoles, 2 de diciembre de 2015

El río de la vida



Como jirones, quantums que fluyen. Sin rumbo, sin motivo aparente. O quizás si. Se ramifican, se dividen, divertículos del tiempo que acechan a la luz. Se esconden, emboscan y la atrapan. La subyugan para hacerla suya.




Hacia el mar, buscando la meta. Pero siempre hay otro mar, otro no-mar, otro símbolo de vida al que arribar. Sin pausa. Escogiendo los atajos más largos, más oscuros. ¿Reprobable? Puede, pero impertérrito, inmune al desaliento.





Nos rodea y nos empuja. Para bien o para mal nos guía como un Lázaro obligado a resucitar cada día. Cada cual decide si dejarse o remar. Pero al final siempre está el mar o el no-mar. El que esté libre de pecado….





El camuflaje perfecto. La sorpresa esta lista. Quien se lo iba a esperar. De repente, al doblar la siguiente esquina lo encuentras. Lo contemplas y decides hacerlo propio. Porque “todos los principios son finales disfrazados de oportunidades”*















Río Esqueiro. San Pedro de la ribera.
Cudillero. Asturias.


* Iván Ferreiro